top of page

Veinte años


Solo me queda de ella el recuerdo de una vieja canción cubana que hablaba de amores rotos. Pudo ser bello, pero no fue nada; el tiempo, la distancia y el olvido hicieron el resto.


… Que te importa que te ame, si tu no me quieres ya, el amor que ya ha pasado no se debe recordar. Fui la ilusión de tu vida un día lejano ya, hoy represento el pasado no me puedo conformar…


Oigo la voz cansada de Omara Portuondo y mis recuerdos regresan a un café en el barrio Latino de París donde ella paseaba sus caderas entre las mesas, sirviendo café y ron al son de su isla bonita, esa Cuba desgarrada que nunca abandona el corazón de los cubanos. Me miró y sus ojos me dejaron encallado frente al velador de mármol hasta que los parroquianos nos dejaron solos. Trajo hasta mí sus caderas de hembra brava y delante de una botella de ron la noche se paró de pronto.

Los adoquines mojados del barrio Latino me enseñaron el camino de su casa y su cintura el camino de su cama. Cuando me desperté del sueño me besaba en la Gare d’Austerliz. Y mientras su mano dibujaba en el aire un adiós, que no era un adiós sino un hasta luego, yo me marchaba con la sal del Caribe cosida en la boca.


… Si las cosas que uno quiere, se pudieran alcanzar, tú me quisieras lo mismo que veinte años atrás. Con que tristeza miramos el amor que se nos va, es un pedazo del alma que se arranca sin piedad…


Años después la vi en Madrid, nos cruzamos en el vestíbulo de la estación de Atocha, yo venía de Barcelona y ella se subía a un tren con destino a no se donde. Su beso me supo a compromiso y la vi marcharse mientras su mano me dibujaba un adiós, pero no era un hasta luego, era un hasta nunca; lo supe mientras veía como una temeraria gota de su Caribe le resbalaba por la mejilla.



Recent Posts
bottom of page