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La gran puta

Hablar de la Justicia en España se ha convertido en una anécdota. El gran circo del caso Nóos, la sentencia, el pase de pecho a la culpabilidad de la infanta, la libertad de Urdangarín, que se pasea tranquilamente en Suiza en libertad condicional tras una condena por parte del tribunal de seis años de prisión, nos ha demostrado algo que todos sabíamos y que nadie se atrevía a denunciar, que la Justicia es la gran puta de los poderosos.

Con todos mis respetos para las mujeres que ejercen la prostitución, el utilizar aquí el sustantivo con que la Real Academia Española de la Lengua define a la persona que realiza ese trabajo, no es para denigrar a ese colectivo de mujeres ni para poner en entredicho sus labores profesionales, sino para señalar ese poder que creen tener ciertos varones, que acuden a estas profesionales, para obligarlas a actuar a su antojo gracias al privilegio que les concede el dinero.

Pues bien, hecha esta salvedad, lo que se nos están demostrando a los españolitos de a pié, es que sálvenos el señor de caer en manos de la justicia si no formamos parte de esa élite que se mueve en coches oficiales, con escolta y que se dedican a robar y malversar con total impunidad al amparo de un gobierno que les protege y a una Justicia a la que consideran su puta y a la que le han cambiado la venda que le cubre los dos ojos, por un parche al estilo pirata que le deja al descubierto el ojo derecho.

Y para que el pastel tenga su correspondiente guinda y para que en ningún momento se puedan ver amenazados los que ostentan el poder, ese gobierno acaba de realizar una depuración de los elementos de la fiscalía que estaban luchando contra la corrupción. Lo que se debería haber hecho durante la Transición con los jueces y fiscales del franquismo y que los líderes de la izquierda española no quisieron hacer, lo ha hecho ahora la derecha reaccionaria coartando así cualquier intento de llevar a los tribunales a los que se han dedicado y se dedican a robar en este cortijo llamado España.

Que no nos vengan con el cuento de que la Justicia es igual para todos, que no nos diga el presidente del gobierno que respetan las decisiones judiciales porque es una falacia. La gran puta al servicio de los poderosos castiga a los débiles y deja impunes a los ladrones de guante blanco y mientras, nosotros, los sufridores, seguimos aguantando sus mentiras, claro está que una buena parte de estos sufridores son los culpables directos de que esto esté pasando por seguir votando a un partido corrupto que debería estar inhabilitado, no solo para gobernar sino para existir en un país que se quiere llamar demócrata.

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