Ese Sur inacabable
Mis padres nacieron en el Sur, en el sur de una España empobrecida y convulsa, a las puertas de una guerra que les hizo dejar, siendo niños, su Sur para irse al sur del Sur. Yo nací en el sur del Sur, en una tierra que recogía a los que sufrían persecución por pensar en libertad.
Nací un mes de mayo en Tetuán, en Marruecos, en una tierra donde convivían en armonía cristianos, musulmanes y judíos, eran otros tiempos; quizás ese sea el motivo de mi forma de ser, de mi manera de pensar. Y esa condición, ese haber nacido al sur del Sur me ha acompañado a lo largo de mi vida.
Por aquellos años Tetuán era la capital del protectorado español en Marruecos, una de las últimas bocanadas de un imperio colonial de siglos de opresión. En el año 1956 Marruecos obtuvo la independencia de España y siete años más tarde abandonábamos el sur del Sur para instalarnos en Madrid.
Madrid me crió, me alimentó, me educó, me hizo crecer como hombre, pero siempre he sido del sur del Sur, nunca se ha roto ese hilo invisible que me une a la tierra, aunque sea tierra extranjera con esa manía que tenemos los hombres de levantar muros y fronteras.
Hoy, en el otoño de mi vida, acuden claros los recuerdos de ese Sur, mucho más vivos porque comparto mi vida a caballo entre dos tierras, el Madrid de mi juventud, de mis estudios, de mi trabajo, de mi amor. Y Oran, otra ciudad al sur del Sur, otra ciudad con el mismo latir que mi sur, aqui he vuelto a oir al muecín cantar el Adhan, la llamada a la oración, he vuelto a oler las especias y he vuelto a sentir el latir bullicioso del zoco.
Y así voy viviendo, con ese Sur permanentemente cosido a mi piel con los hilos del recuerdo, con las imágenes en sepia de una infancia antigua y serena.